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    La ciencia descubrió que tener amigos aporta un impensado beneficio en el funcionamiento de nuestro organismo

    Las amistades y otras interacciones sociales tienen un gran impacto en nuestra vida y ahora se conoció que este tipo de relaciones es mucho mejor de lo que se creía.

    Con nuestros amigos compartimos gustos e intereses, actividades de ocio e incluso ciertos hábitos de vida, pero poco se sabía acerca de que una relación de amistad también puede influir sobre los microorganismos que habitan en el intestino. Esa es al menos la conclusión de un nuevo estudio liderado por científicos de la Universidad de Yale que encontró que diversos tipos de relaciones, incluidas las amistades, influyen en la composición de nuestro microbioma intestinal.

    Los investigadores analizaron cómo la estructura de las redes sociales que establecen las personas se relaciona con la composición de sus microbiomas y para ello recopilaron datos de las redes sociales de 1.787 adultos que residían en 18 aldeas aisladas en Honduras, combinándolos con información detallada de sus microbiomas. El análisis incluyó 2.543 especies microbianas y 339.137 cepas diferentes: variantes genéticas cercanas de la misma especie que comparten características específicas que no se encuentran en otros miembros de la especie.

    El microbioma intestinal se favorece al tener amigos. (Foto: Adobe Stock)
    El microbioma intestinal se favorece al tener amigos. (Foto: Adobe Stock)

    Los resultados se publicaron en la revista Nature y revelaron que las personas que mantienen una conexión a través de distintas relaciones –incluso aquellas sin lazos de parentesco o que no residen en el mismo hogar– muestran similitudes en sus microbiomas que van más allá de lo que se esperaría como fruto de la casualidad.

    “Encontramos una sustancial evidencia de que el intercambio de microbiomas ocurre entre personas que no son familia y que no viven juntas, incluso después de tener en cuenta otros factores como la dieta, las fuentes de agua y los medicamentos”, señaló el coautor principal Francesco Beghini, a la vez que dijo: “De hecho, compartir microbiomas fue el predictor más fuerte de las relaciones sociales de las personas en las aldeas que estudiamos, más allá de características como la riqueza, la religión o la educación”.

    El vínculo entre interacciones sociales e intercambio de microorganismos

    Aunque los niveles más elevados de intercambio microbiano se observaron entre cónyuges y personas que compartían el mismo hogar, también se detectaron tasas significativas entre amigos y conexiones sociales de segundo grado (como amigos de amigos). Además, las personas situadas en el centro de las redes sociales mostraban microbiomas más similares al resto de los aldeanos, lo que sugiere un flujo social de microbios a través de las conexiones.

    La frecuencia con la que las personas interactúan, por ejemplo, compartiendo la comida o al saludarse con un apretón de manos, besos o abrazos, también se asoció con un mayor intercambio de microorganismos. Sin embargo, se encontraron menos similitudes microbianas entre individuos que vivían en la misma aldea, pero no tenían relación social y aún menos entre los que residían en aldeas diferentes.

    Una tarde con amigos es un buen plan. (Foto: Adobe Stock)
    Una tarde con amigos es un buen plan. (Foto: Adobe Stock)

    Dos años después, los investigadores analizaron de nuevo los microbiomas de un grupo de 301 participantes de cuatro aldeas y comprobaron que aquellos con conexiones sociales mostraron mayores similitudes microbianas a lo largo del tiempo que quienes no estaban conectados socialmente. El estudio también reveló que ciertas especies y cepas microbianas forman grupos específicos dentro de las redes sociales, lo que sugiere que estos entornos sociales generan nichos donde las personas desarrollan microbiomas similares.

    Otras conclusiones

    Jackson Pullman, coautor del estudio dijo que tenemos grupos de amigos centrados en cosas como teatro, equipo de trabajo o estudiantes de física y que el estudio indica que las personas que componen estos grupos pueden estar conectadas de formas que nunca antes habíamos pensado, incluso a través de sus microbiomas.

    Los hallazgos tienen implicaciones tanto negativas, como positivas, ya que, por una parte, sugieren que ciertas enfermedades o problemas de salud relacionados con el microbioma se podrían transmitir con mayor facilidad de lo que se creía. Por otro lado, los beneficios de un microbioma saludable también se podrían transmitir a través de las relaciones sociales. “Lo fascinante es que estamos muy interconectados y esas conexiones van más allá del nivel social al nivel microbiano”, dijo Pullman.

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