Divididos por la felicidad fue un disco icónico porque se trató de un conglomerado de estilos hilado por una banda musical sólida y el liderazgo de un artista único: Luca Prodan. Y a 39 años del primer disco de Sumo, resulta inevitable recordar la calidad musical de aquel trabajo tanto como la tragedia de Luca Prodan.
Una tragedia que tuvo su punto cúlmine el 22 de diciembre de 1987, cuando lo encontraron muerto en la pensión del porteño barrio de Monserrat en la que dormía, muy cerquita del tradicional Colegio Nacional Buenos Aires.
Muy significativo en Luca, en definitiva, porque si algo caracterizó la primera parte de su intensa pero, al cabo, corta vida, porque falleció a los 34 años, fue el tradicionalismo de su educación en el Gordonstoun School de Escocia, un aristocrático campus escolar británico en el que se formó entre otros el Rey Carlos III, unos años mayor que Prodan.
Ahí adquirió conocimientos, consolidó su rebeldía y vomitó su desprecio por un tipo de vida que no deseaba y que lo terminó llevando a arruinar la suya, víctima de sus adicciones a la heroína, el alcohol y un drama familiar que lo derrumbó.
La tragedia de Luca Prodan: su adicción a la heroína y el suicidio de su hermana
Luca Prodan había nacido en Italia pero lo mandaron a Escocia para que tuviese la mejor educación que podía ofrecer Europa. Sin embargo, en el Gordonstoun School nunca se halló. De hecho, a los 17 años, cuando sus muy buenas calificaciones permitían avizorar un gran futuro para la carrera de grado que quisiese elegir, él prefirió otras notas, las musicales. Pero antes, se escapó del Gordonstoun School.
Y se escapó literalmente, porque no dio aviso a nadie y nadie supo de él hasta 1972 cuando una corazonada de su madre, Cecilia Pollok, lo encontró en Roma. Luca estaba metido en las profundidades de la depresión y de la adicción a la heroína. Tenía 19 años y debía hacer el servicio militar, pero un médico lo declaró “demente”.
Aquella estadía en Roma lo acercó decididamente a la música y aunque faltaban 13 años para que junto a Sumo alumbrara a Divididos por la felicidad, fundó una banda a la que llamó New Clear Heads y con la que interpretó diversos géneros musicales. Pero su vida era un desbande a punto tal que una sobredosis de heroína estuvo a punto de matarlo si no fuera por los médicos que le salvaron la vida y lo dejaron por un tiempo internado.
Parecía posible una vida sana para Luca pero todo volvió a ponerse oscuro cuando en 1979 sufrió la peor tragedia de su vida, que lo marcaría para siempre: su hermana Claudia se suicidó junto a su esposo luego de haberse encerrado juntos en su auto y dejarse morir por inhalación de monóxido de carbono.
Para Luca fue un golpe múltiple. No solo por la ausencia de su hermana, con quien se llevaba muy bien, sino porque ella era también heroinómana, adicción a la que el propio Luca indujo. La fuerte dosis de culpa que sintió se convirtió en furia contra sus padres, luego de encontrar la carta que Claudia había dejado: “Es mejor morir de drogas que vivir así”. El “vivir así” tenía dos destinatarios puntuales: sus padres. Y Luca sintió que él también podría haber firmado esa carta.
A 39 años del primer disco de Sumo: una banda de poco recorrido pero mucha historia
Cuando Luca llegó a la Argentina tras la muerte de su hermana, se instaló en Córdoba, donde vivía su amigo y excompañero del Gordonstoun School, Timmy MacKern. Y en las sierras fue que se asoció con Germán Daffunchio y Alejandro Sokol antes de mudarse a Buenos Aires en 1981 y ellos tres, junto a Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Roberto Pettinato, fundar Sumo.
Grabaron un disco que no fue editado y se llamó “Corpiños en la madrugada” antes de publicar en abril de 1985 Divididos por la felicidad, en el que mayormente Luca cantaba en inglés y donde se destacaban los géneros new wave, reggae, ska y punk y canciones que quedaron en el inconsciente colectivo como “La rubia tarada”, “El reggae de paz y amor” o “Mejor no hablar de ciertas cosas”.
Divididos por la felicidad precedió a Llegando los Monos (1986) y After Chabón (1987), editado unos meses antes de que la cirrosis terminara por acorralar a Luca. Su alcoholismo había reemplazado a su adicción a la heroína y su cuerpo no resistió. Murió joven y en la historia dejó una huella imborrable.