El domingo 10 de noviembre César Calluqueo, de 74 años, le escribió una nota a su esposa para avisarle que se iba a dar un paseo. Desde ese entonces su familia comenzó una desesperada búsqueda.
El 10 de noviembre, César Calluqueo salió a hacer su caminata de rutina. Antes de abandonar su casa, el jubilado de 74 años le escribió una nota a su esposa, que en ese momento dormía una siesta.
Cuando las horas pasaron y el hombe diagnosticado con Alzheimer no regresó a su hogar, su familia se preocupó y comenzó una desesperada búsqueda, a la que se sumó el ofrecimiento de una importante recompensa de $ 4.000.000.
Ángela, su hija, contó en diálogo con TN que ese domingo, antes de irse, almorzó en casa. “Ese día estuvo bastante feo, llovió, y le dijimos que no saliera a caminar. Le encantaba salir a caminar”, recordó. Algunos fines de semana, Calluqueo salía con Ángela. Si no, se iba solo en la hora de la siesta, pero su familia le controlaba el horario.
Siempre hacía el mismo recorrido, porque si su hija tomaba otro camino, él se ponía nervioso porque sabía que no era el camino habitual. Calluqueo, de 74 años, le diagnosticaron Alzheimer y tiene un tratamiento médico. “En dos oportunidades ya se había desorientado, pero enseguida pedía ayuda, preguntaba al que pasara, a dónde quedaba la calle de él, y lo orientaban y volvía, o lo llevaban hasta casa”, sostuvo Ángela.
Sin embargo, la tarde del 10 de noviembre, Calluqueo salió a las 16:00 y le dejó un mensaje escrito a su esposa para avisarle. “A las cinco, que mamá se da cuenta, porque ella se había acostado un ratito, nota que no estaba, esperó unos minutos más y me llama para avisarme que mi papá había salido a caminar y que todavía no había regresado. Así que inmediatamente salimos con mi hija, hicimos el recorrido del habitual, y cuando llegamos ya nos dimos cuenta enseguida de que se había perdido, y alertamos enseguida a todos nuestros vecinos, amigos”.
Su padre solo llevaba la billetera con el DNI y una tarjeta de débito y “hasta hoy, no tiene movimiento su cuenta”. Ese día, llevaba una gorra, sus lentes recetados, una remera blanca y un jogging azul, y calzaba unas alpargatas.
Los últimos registros del recorrido de Calluqueo son el de una cámara de seguridad que lo captó cuando ingresaba a una fábrica de Durlo, en General Acha, entre las 17 y 17:10, y una maratonista que conoce a la familia lo vio a las 17:30. En este último instante, estaba a casi un kilómetro del camino rural. Se había desviado del camino habitual, por la calle Campos, bulevar Bransden y Vitali, en la ciudad pampeana. “Su recorrido habitual, que era una L, no lo llegó a hacer. No hizo ni la mitad de su recorrido. Él se pierde ya antes de su recorrido, vuelve y agarra otra calle”, señaló la hija.
La familia y amigos de Calluqueo participaron en los rastrillajes en medio de la vegetación, pero no encontraron “ningún objeto, ni un pedacito de ropa”.
La búsqueda comenzó desde el punto cero que indicó la policía, que fue el último lugar donde se lo vio. “Todos los días se hacía un punto diferente por más de 100 personas, que eran gendarmes, bomberos. También muchas personas de campo, que conocen mucho ese lugar. Andaban a caballo, con perros. Y se fue moviendo hasta después desplazarse diferentes puntos de General Acha. (…) Se fueron recorriendo lagunas, zanjones, casas”, detalló Ángela. La búsqueda también se extendió por hospitales y comisarías de toda la Pampa.
Era posible que Calluqueo hubiese cubierto una distancia larga porque “estaba muy entrenado”, aseguró Ángela: “Él caminaba mucho y rápido”. Pero hasta ahora, nadie más lo ha visto.
Solo ha habido una llamada. El 4 de diciembre, contactaron a la familia desde Bahía Blanca para avisar que había “un señor durmiendo en uno de los hospitales” y enviaron fotos, pero no era Calluqueo. Sus familiares pidieron que se difundiera la información en todo el país, en caso de que haya ingresado a algún hospital en otra provincia.