Antes del fallecimiento de Perrando, en 1957, fue rebautizado como Hospital “Julio C. Perrando”, en homenaje a aquel pionero, que hasta 1912 se desempeñó como único médico de la institución, la cual representaba entonces la única unidad sanitaria con internación de toda la región, recordó en su cuenta oficial de Facebook el Archivo Histórico Provincial.

La historiadora chaqueña, María Cristina de Pompert de Valenzuela, escribió un artículo en 2019 en donde detalló la vida de Perrando desde su llegada a esta parte del país hasta su fallecimiento.

Señaló que en 1904, con sólo 24 años, Perrando llegó a Resistencia con su flamante diploma de médico. Nacido en Buenos Aires, arribó con el objetivo de atender la salud de los soldados de una División de Caballería que permanecía en el lugar, y lo haría hasta 1911, cuando acabó la denominada conquista del Chaco. A ese efecto se debía considerar la posibilidad de establecer un Hospital Militar. Se lo había designado como Médico con el grado de Teniente 1° de Sanidad.

Pero esta finalidad no habría de cumplirse, pues al año siguiente fue contratado por la comuna de la capital chaqueña y, ya en cumplimiento de sus funciones, gestionó ante el Gobernador, Martín Goitía, y por su intermedio ante las autoridades nacionales, la creación de un Hospital Regional.

Los resultados logrados fueron ampliamente positivos y a pesar de las obligaciones inherentes a su cargo, continuó colaborando desinteresadamente con la atención de pacientes del llamado Hospital de la Caridad, creación de la Sociedad de Damas de Beneficencia que funcionó en un local cercano al sitio en el cual el Perrando estableció su domicilio.

El 12 de diciembre de 1910 se inauguraba el primer pabellón del Hospital Regional en Resistencia. El edificio se hallaba junto a una laguna, luego del límite marcado por las avenidas de circunvalación que rodeaba las manzanas destinadas a pueblo. Estaba en las afueras de la ciudad, aunque hoy pareciera una parte misma de ella.

La parte inaugurada constaba de dos salas, una destinada a hombres y otra a mujeres, cada una con dieciséis camas. Asimismo, se ponían en marcha dos consultorios externos, debidamente equipados, que posibilitarían la atención de pacientes ambulatorios. Al inaugurar este servicio, Perrando expresaba su más elocuente agradecimiento hacia las integrantes de la Sociedad de Damas de Beneficencia quienes unos meses antes le habían entregado la totalidad del instrumental y enseres que, con sus actividades benéficas,  lograron reunir para el funcionamiento del Hospital de Caridad. La mutua colaboración se extendería por mucho tiempo más.

Perrando fue designado Director del nosocomio que se denominó inicialmente Hospital Regional Común. Poco después se nombraba a quienes serían sus primeros colaboradores, los doctores Pedro Olazábal, Abraham Zeida, Máximo Yáñez Calderón y Rouben Rovner. Se anexaron también las secciones de Odontología y el Dispensario de lactantes.