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    Aguer arremetió contra el Papa por echar al arzobispo Mestre: «no va a venir a Argentina porque le va a ir mal»

    El arzobispo emérito de La Plata, Héctor Aguer, apuntó contra el Papa Francisco en un artículo donde marca posición respecto de la salida del arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre, en medio de un escándalo que tuvo como eje la designación del obispo de Mar del Plata.

    «Es una rareza que el Papa sea argentino y lo es también el hecho que en más de una década no haya tenido la inquietud de visitar su patria de origen», arranca el texto de quien fuera arzobispo de la capital provincial durante 26 años.

    Aguer es un representante de la ortodoxia católica y se ubica ideológicamente en las antípodas de Jorge Bergoglio. Es conocido por cuestionar abiertamente a los homosexuales, al matrimonio igualitario y por calificar a la masturbación como «animaloide».

    En el artículo publicado en La Prensa, Aguer recuerda que los primeros países que visitaron Juan Pablo II y Benedicto XVI tras ser ungidos como máximos líderes de la Iglesia católica fueron Polonia y Alemania, sus países de origen.

     

    «Me atrevo a pensar que Francisco no va a venir (a la Argentina), y esbozo una razón: él sabe que no le va a ir muy bien. Puedo equivocarme, naturalmente, pero esta opinión mía responde a un conocimiento de Jorge Bergoglio que tiene 46 años».

     

    Aguer remarca que el Papa le pidió la renuncia a Mestre. «Dicho groseramente: lo echó», escribe y agrega que esa acción del Sumo Pontífice «causó pena a los sacerdotes platenses, que habían sobrellevado con paciencia los cinco años de Víctor Manuel Fernández, amigo del Papa, ahora Cardenal y que ocupa el sitio que durante muchos años ejerció el eximio teólogo Joseph Ratzinger».

     

    Aguer y Ratzinger representan a una misma línea dentro de la Iglesia. Ambos son parte de un sector que se atribuye como la custodia de la doctrina «pura» del catolicismo.

    Papa Francisco.

     

    El arzobispo emérito no oculta su frustración por la decisión de Francisco de designar a Fernández al frente del poderoso Dicasterio para la Doctrina de la Fe, uno de los ministerios más importantes del Vaticano. Los entendidos de los entramados de la Iglesia sostienen que quien está al frente del Dicasterio pasa a ser el guardián de la doctrina del Papa.

     

    «En poco más de ocho meses, Mestre se perfilaba como un arzobispo que iba a emprender lo que Fernández no hizo. Sé de lo que hablo: durante dos décadas fui Arzobispo de La Plata. La mirada que arrojo sobre el caso, no es solamente eclesiástica, sino también política», dijo en un párrafo que genera interrogantes.

    Mestre se perfilaba como un arzobispo que iba a emprender lo que Fernández no hizo. Sé de lo que hablo: durante dos décadas fui Arzobispo de La Plata. La mirada que arrojo sobre el caso, no es solamente eclesiástica, sino también política.

    Sobre el despido de Mestre del arzobispado de La Plata, la tercera jurisdicción eclesiástica católica en importancia del país después de Buenos Aires y Córdoba, Aguer interpreta que fue separado por hechos que sucedieron en Mar del Plata cuando Mestre era obispo en esa ciudad de la costa bonaerense. «¿Se equivocaron, entonces, al promoverlo?», se pregunta el emérito.

     

    «Me gustaría saber si el cardenal Fernández, que como dije es amigo del Papa, tuvo algo que ver en este asunto disparatado. Los obispos son sucesores de los Apóstoles, no se los puede tratar como a chicos de colegio. ‘La Verdad nos hace libres’; tiene razón el ahora ex Arzobispo. Roma se ha argentinizado, para desgracia de los argentinos, y ofusca la libertad, que es un don de Dios», agrega Aguer en su escrito.

    «Los sacerdotes y los demás fieles de La Plata merecen una explicación», dice el emérito y agrega que «Mestre dio un buen ejemplo al aceptar en paz la arbitrariedad. Pero los autores de las rarezas no creo que puedan disfrutar de esa Paz».

    Gabriel Mestre.

    La semana pasada, la decisión del Papa de pedirle la renuncia al arzobispo de La Plata sacudió a la Iglesia argentina. La salida de Mestre fue sorpresiva. Mestre -que había llegado a la capital provincial hace apenas ocho meses- encabezaba una rebelión en Mar del Plata por el nombramiento de su sucesor.

    Francisco quería un obispo externo a esa diócesis, pero se encontró con la resistencia de todo el clero marplatense, que -junto a Mestre- buscaron imponer al padre Luis Albóniga.

    Durante meses hubo solicitadas, desplantes y hasta operaciones en los medios para limar a los obispos que Francisco designaba en Mar del Plata. Dos de esos obispos pidieron jubilarse en medio de esas presiones. Fue una desobediencia directa contra Francisco, quien cortó por lo llano y llamó a Mestre al Vaticano y le pidió la renuncia al arzobispado de La Plata.

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