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    Mitos y verdades del agua con gas: cuándo es mejor tomarla y por qué y quiénes deben evitar consumirla

    El agua con gas se fue poniendo de moda y cada vez son más las personas que toman esta bebida sola o en combinación con agua normal durante las comidas o como refresco, en lugar de otras formas menos sanas de hidratación. Como el agua sin gas, su versión con gas también aporta beneficios para la salud, sobre todo a nivel gastrointestinal, e, incluso, puede ayudar a perder peso. Sin embargo, hay personas que no deberían abusar de su consumo.

    Lo primero que hay que saber del agua con gas es que es “agua con anhídrido carbónico, responsable de las burbujas”, explica Cristina Colina, dietista y nutricionista y miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Castilla y León. “El agua con gas se diferencia en dos grupos: las aguas que contienen ácido carbónico de manera natural, desde el manantial, y las aguas minerales gasificadas, que se elaboran añadiendo posteriormente el ácido carbónico”, detalla Ana Sánchez Morillas, nutricionista-dietista y creadora de esta plataforma Paso de Dietas.

    Más tipos de agua con gas

    Aunque pueda parecer extraño, la verdad es que existen muchos tipos de agua con gas. De ahí la importancia de leer bien el etiquetado de cada una de ellas para saber elegir la que más nos conviene en función de su “composición”, señala Sánchez Morillas y advirtió que “no es lo mismo el agua mineral gasificada naturalmente, que contiene el ácido carbónico desde el manantial, que el agua a la que posteriormente se le ha añadido ácido carbónico”.

    Algunas personas eligen el agua con gas para hidratarse. (Foto: Adobe Stock)
    Algunas personas eligen el agua con gas para hidratarse. (Foto: Adobe Stock)

    Asimismo explicó que, el término carbonatación “hace referencia a la cantidad de carbónico disuelto en las aguas con gas”, por lo cual podemos encontrar “aguas efervescentes y aguas con carbonatación ligera, clásica y gruesa”. En función de esto, se pueden encontrar en el mercado los siguientes tipos:

    • Agua mineral natural naturalmente gaseosa o agua mineral natural carbónica natural. Una vez envasada, contiene la misma cantidad de anhídrido carbónico que en origen. Para compensar el gas que haya podido perder en el proceso de envasado, se le puede añadir, pero deberá proceder del mismo manantial.
    • Agua mineral natural reforzada con gas del mismo manantial. Una vez envasada, el contenido de anhídrido carbónico es superior al de origen. El gas añadido procederá del mismo manantial que el agua de que se trata.
    • Agua mineral natural con gas carbónico añadido. Se añade anhídrido carbónico no proveniente del mismo manantial que el agua de que se trata.
    • Agua mineral natural totalmente desgasificada. Se elimina el gas carbónico libre por procedimientos exclusivamente físicos.

    Beneficios del agua con gas

    Entre los beneficios de tomar agua con gas destaca sobre todo su función saciante. Este tipo de agua “contribuye al control de las ingestas, al generar cierta presión en las paredes del estómago, lo que genera cierta sensación de saciedad, calmando y controlando el apetito”, detalla Colina. Es decir, que el agua con gas puede ser un buen aliado en la pérdida de peso si se toma antes de las comidas o durante las mismas.

    Además, añade Sánchez Morillas, “contribuye a una buena salud intestinal, facilitando las digestiones, de manera similar a como lo hacen las sales de fruta o el bicarbonato”. Esto es así porque “al aportar ácido carbónico y juntarse con el ácido del estómago, se estimula la segregación de los jugos gástricos ayudando al proceso digestivo (será más rápido y eficaz) y evitando digestiones pesadas”, señala Colina.

    Así, en caso de comidas pesadas -en su mayoría comidas con muchas proteínas y grasas- el consumo de este tipo de agua facilitaría su degradación, favoreciendo su paso por el intestino y evitando la pesadez estomacal, ardores, dolor y reflujos.

    Según esto, las personas que más podrían beneficiarse de su ingesta serían:

    • Aquellas que padecen dispepsia o digestiones pesadas, ya que favorece las digestiones.
    • Aquellas que tienen tendencia al sobrepeso o tienen obesidad, por su efecto saciante y porque ayuda a controlar la ansiedad y el apetito durante los tratamientos de control de peso. Además, el agua con gas es una buena alternativa a los refrescos o tónicas.
    • Personas con determinadas enfermedades. Hay estudios que afirman que el consumo habitual de agua con gas puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes, obesidad, osteoporosis o hipertensión.

    Tiene más nutrientes que el agua normal

    Nutricionalmente “no existen diferencias entre ambos tipos de agua”, señala Sánchez Morilas. Las propiedades del agua con gas son similares a las del agua normal aunque, “es cierto que el agua con gas contiene algo más de minerales (magnesio, calcio, hierro y sodio) y más bicarbonato que su versión normal”, apunta Colina.

    Una de las razones por las que la gente no prueba este tipo de aguas es por el gas. Según las expertas, aunque el consumo de agua con gas no produce más gases, sí puede generar una sensación de hinchazón, empeorando la sintomatología de las personas que padecen problemas intestinales relacionados con los gases. En este caso, sería más recomendable tomar agua normal para evitar más gas en el aparato digestivo. En cuanto a la hidratación, según Sánchez Morillas, ambos tipos de agua “hidratan de la misma manera”.

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