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    “Parece la posguerra”: el relato de una argentina en Valencia que quedó atrapada en las inundaciones

    La peor “gota fría” del siglo XXI arrasó con el municipio de Valencia y aún no hay cifras exactas de la catástrofe. Después de que la tormenta Dana sorprendió el martes a esa región española, el número de muertos creció. Hasta este sábado, contabilizaban 211 personas fallecidas en Valencia, dos en Castilla-La Mancha y una en Andalucía, mientras sigue la búsqueda de más de 1.500 desaparecidos.

    Hay 69 municipios afectados, lo que representa 850.000 personas que sufren las consecuencias de la tormenta, reveló un informe de la Cámara de Comercio de España citado por ABC. Entre esas regiones está la “zona cero”, donde registraban la mayor cantidad de fallecidos (principalmente, en Paiporta): son los municipios Alacuás, Albal, Aldaia, Alfafar, Benetússer, Beniparrell, Catarroja, Lugar Nuevo de la Corona, Massanassa, Picanya, Sedaví, Torrent, Xirivella y el distrito Pobles del Sud de la ciudad de Valencia, especialmente La Torre y Castellar.

    Todo quedó cubierto de agua y barro, y dejó graves daños no solo las calles, casas, sino en miles de locales. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) señaló que el martes llovió en Valencia el equivalente a un año en un intervalo de ocho horas.

    “Empecé a ver agua y autos flotando”

    Romina, una argentina en Albal, vivió el momento en que la tormenta se convirtió en una pesadilla. Había ido al gimnasio ubicado en el pueblo vecino, Alfafar, después del trabajo y regresaba a su departamento cuando el tránsito se detuvo sobre la autopista V31, que conecta ambos municipios.

    La autopista V31, después del desastre. (Foto: gentileza de Romina).
    La autopista V31, después del desastre. (Foto: gentileza de Romina).

    Pensó que podía deberse a un accidente, algo que suele ocurrir en la vía, así que no se alarmó, pero el tiempo pasaba y la fila seguía alargándose. “Miré hacia la derecha, a la parte la colectora, y empecé a ver agua y autos moviéndose de manera extraña. No circulaban, estaban prácticamente flotando”, le contó a TN.

    El agua llegó hasta donde estaba Romina y no pudo hacer nada más que avanzar muy lentamente. “El agua era cada vez más, y no podía retroceder porque había tráfico detrás, y me vi en el medio de un río. Realmente no sé cómo hizo mi auto para salir de ahí, porque me entró agua. Toda la tapicería está mojada”, relató.

    La corriente apiló los autos en las calles. (Foto: gentileza Romina).
    La corriente apiló los autos en las calles. (Foto: gentileza Romina).

    Muchos vehículos se apagaron y empezaron a ser arrastrados por la corriente, pero Romina logró continuar la marcha. “En un momento, escuché que mi auto empezó a flotar porque empecé a escuchar agua, como si estuvieras en un bote, pero no podía salir de ahí porque afuera era peor. Le pedí a Dios en aquel momento que me ayude a llegar a mi casa”, enfatizó.

    El miedo la embargó al pensar que se quedaría atrapada cuando una camioneta aceleró y creó una ola que cubrió la parte del motor de su auto. Sin embargo, consiguió mantener la calma y alcanzó bajada de la autopista que la llevaba hasta su casa. “Llegué temblando. No lo podía creer. Gracias a Dios, llegué”, recordó. El trayecto que normalmente le tomaba cinco minutos se había alargado por unos angustiantes 45.

    Una calle de Albal, a dos cuadras del edificio de Romina. (Foto: gentileza Romina).
    Una calle de Albal, a dos cuadras del edificio de Romina. (Foto: gentileza Romina).

    Eran las 20 aproximadamente. Estaba aislada, y se fue la luz una hora después de llegar. También se cortó el suministro de agua. A pesar de todo, no tuvo pérdidas materiales: su departamento no se inundó porque está en un primer piso y en una zona más elevada de Albal.

    El jueves fue al más cercano de los cuatro supermercados de Albal que, según imaginaba, podía estar abierto, pero no pudo comprar alimentos: “Yo veía que venía gente con agua y cosas en la mano. Cuando fui, estaban saqueando, no había ninguna fuerza de seguridad. Así como vi todo eso, me fui porque no soy partidaria de esas cosas”. La escena era como “una posguerra”, describió.

    El supermercado saqueado a donde llegó Romina. (Foto: gentileza Romina).
    El supermercado saqueado a donde llegó Romina. (Foto: gentileza Romina).

    Hasta el viernes, Romina tuvo que sobrevivir con los enlatados, vegetales y solo cinco botellas de agua que tenía. Ese mismo día, logró trasladarse a casa de una amiga en Valencia capital, por una vía donde vio “todo anegado”, aseguró. “Lo que veía en el camino es desolador, es como si hubiesen tirado una bomba. Había autos, camiones doblados del otro lado, y muebles. Nunca vi algo así. Hay mucha gente que todavía la está pasando mal”, lamentó.

    “Cada persona con la que hablas tiene algún familiar o amigo afectado”

    Diana Fernández es una periodista argentina que vive en Valencia capital desde hace dos años. Si bien allí no hubo más que árboles caídos, sufrió horas de desasosiego por Romina y otros amigos.

    “Es muy impactante, muy triste. Cada persona con la que hablas tiene algún familiar o amigo afectado”, confirmó en diálogo con TN. Otro de sus allegados vive en Paiporta, la localidad que más sufrió las consecuencias de Dana. “Él tiene una empresa. Hace dos meses, abrió un depósito para su mercadería, y ahora está evaluando pérdidas”, señaló.

    Mientras que la región intenta salir del caos, Diana, al igual que muchas otras personas, están tratando de colaborar. “Hay mucha activación de la comunidad, que se está organizando para ayudar”, aseveró. En la capital valenciana, confirmó la joven, los estadios de Mestalla y Levante organizaron la recolección de alimentos, agua y todo lo necesario para enviar a las zonas devastadas.

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