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    Qué hay detrás del enojo de Macri, la escapada de Santiago Caputo y la nueva táctica de Milei en el Congreso

     

    Santiago Caputo mira por la ventana y ve el mismo paisaje que suele deslumbrar a Mauricio Macri todos los veranos. Es de noche tarde, no hay nieve pero hace un frío polar. El retiro del asesor principal del Presidente -en la semana donde las derrotas políticas lo tuvieron en el centro de la escena- está sucediendo en Cumelén, ese exclusivo country de Villa La Angostura que se convirtió en el lugar en el mundo para el titular del PRO, su contrincante en una intensa pugna política de final abierto.

    En el Sur, Caputo recuerda una escena de West Wing, esa memorable serie americana sobre la intimidad del ala oeste de la Casa Blanca, donde el principal consejero analiza la conveniencia de dictar un veto después de una derrota legislativa. “Si firmamos el veto, vamos a parecer débiles”, opina el funcionario en el Salón Oval. “Si firmo el veto, seremos débiles”, responde el Presidente de ficción.

    El asesor presidencial Santiago Caputo (REUTERS/Agustin Marcarian).
    El asesor presidencial Santiago Caputo (REUTERS/Agustin Marcarian).

    En el mismo momento, a 1621 kilómetros de distancia, en la Quinta de Olivos, Javier Milei está reunido con su equipo económico y -atención- con el vocero Manuel Adorni, diseñando el contraataque a la aprobación de la reforma jubilatoria: será frontal, será total y contendrá todos los artículos de la reforma previsional. Acaba de producirse una alteración minúscula en la cúpula del poder.

    Un movimiento todavía no estructurado en medio de una decisión de acción y comunicación de altísimo voltaje. Una escena que no necesariamente siguió los consejos de Santiago Caputo. ¿Hay una fisura en el “triángulo de hierro” que componen Milei-Caputo-Karina? El Presidente juró que no. Prematuro saberlo todavía.

    Las internas en el círculo chico de la Libertad Avanza carcomen esas certezas. Como nunca antes, desde adentro de la Casa Rosada surgieron rumores contra Caputo. Y él lo sabe. Antes de partir a ese retiro familiar, se ocupó de contar a cinco funcionarios distintos, cinco destinos diferentes para su descanso. Por ejemplo, a Sandra Petovello, la ministra de Desarrollo -con quién mantiene un vínculo cada vez más complejo y desconfiado- le avisó que se iba a Bariloche. Desde Villa La Angostura, el asesor se entretenía viendo cómo los medios publicaban que descansaba en la ciudad de los viajes de egresados. Picardías de un experto en comunicación política. Son internas de Palacio, como la que Milei mantiene con su vice Victoria Villaruel. Delicadísimas tensiones pero de evolución más lenta. Mucho más obscenas y descontroladas son las de sus bloques legislativos. Con el episodio de LLA en Diputados, hubo quienes se acordaron de Nicolás Posse, que creyó hasta el final que no le soltarían la mano y que ahora, estaría buscando trabajo sin éxito. Ningún empresario lo recuerda con cariño.

    La jugada con el PRO

    A Mauricio Macri lo desquicia el comportamiento presidencial. Cuando se sienta a cenar con él, siente que todo fluye, que circulan bajo una sintonía armónica, orgánica. “Juliana dice que tienen que venirse a comer un día a casa. Ella cocina”, le dijo Macri al Presidente el miércoles al anochecer cuando conversaban sin conflictos a pesar de que el PRO acababa de inaugurar una inesperada decisión de votar con kirchneristas y radicales opositores en contra del decreto que otorgaba 100 mil millones de fondos reservados a la nueva SIDE.

    “Por qué no te venís vos ahora y charlamos”, le respondió Milei desde Olivos. Como cada vez que se juntan, Macri se volvió a su casa convencido de que había logrado varios objetivos: dañar a Santiago Caputo y avanzar en los temas que le importan. Con esa calma, salió a apoyar el veto en beneficio de las cuentas fiscales (a pesar de que sus senadores votaron a favor de la reforma), pero después de publicar su tuit en la primera mañana, casi se atraganta con el café. En dos entrevistas, una en tele y otra en radio, el Presidente dijo que no le habían convencido sus explicaciones sobre el comportamiento del bloque PRO en Diputados, sostuvo a Caputo fervientemente y le puso la cara a la candidatura de Ariel Lijo a la Corte, uno de los puntos que más molestan al expresidente.

    Mauricio Macri y Javier Milei. (Foto: NA)
    Mauricio Macri y Javier Milei. (Foto: NA)

    Es un mecanismo que le sale bien a Milei, sobre todo en su vínculo con Macri. Acordar, pero que nada se concrete. Después de la reconexión que tuvieron en el último mes y medio, se había activado el circuito de coordinación otra vez: el Presidente lo mandó a hablar con Caputo. Se suponía que empezaría un desembarco de profesionales técnicos del PRO en algunas direcciones del Estado. En el primer piso de la Rosada, aseguran que a Macri no le gustó la propuesta, que le pareció insuficiente. Cristian Ritondo tiene más detalles. Ahí, según la versión oficial, se originó el rechazo a los fondos reservados. Como sea, los 80 mil millones de pesos que ya salieron del presupuesto a las arcas del organismo de los espías, no volverán aún si el Senado también rechaza -que lo hará- el DNU. Lo ejecutado mientras tenga vigencia el decreto es legal.

    En esa cena intrigante del miércoles, los dos comensales conversaron, sobre el peligro de que la oposición sume dos tercios de votos. “Es un peligro estar cerca de ese número”, le dijo Macri, milanesa y vino de por medio. “Es el número para el juicio político”.

    El camino del veto

    Con el veto firmado, todavía es incierto cuál será el final de la reforma jubilatoria que le explotó a Milei la ecuación de las cuentas públicas. El Congreso, se sabe, insistirá con los dos tercios para sostenerla, un número que esta semana quedó probado que está más cerca que nunca si Macri así lo decide. Pero este es un partido de jugadas simultáneas, no necesariamente en el mismo sentido. Ayer no hubo llamados del expresidente al bloque de senadores del PRO en el Senado que, como en una coreografía bien administrada, parecieron subirse al cambio de frecuencia que mostraron en Diputados el miércoles, cuando pusieron parte de los votos para derrotar el Decreto de los 100 mil millones de fondos reservados. De hecho, hoy el líder del PRO se apuró a publicar un tuit respaldando el veto, pero la tropa está rebelde: “Los jubilados son un sector marginado, golpeado, destruido y empobrecido”, dijo Luis Juez. Cada uno piensa en sus votos.

    “Si yo no voto esto para los jubilados y sale aprobado, no puedo volver a mi provincia”, se lamentaba Alfredo De Angelis entre los suyos. Con la mayoría conseguida, ningún senador amarillo quería ponerle la cara a esa crueldad piantavotos (de los ocho que integran el bloque, sólo uno votó con los libertarios). Sin embargo, fueron mucho más permeables con los mensajes de José Rolandi, el enlace de jefatura de Gabinete con el Congreso, que trabajó puntillosamente para, con la batalla perdida, pedirles que rechazaran tres artículos de la reforma: el 2, el 4 y el 10. Los del PRO -salvo Guadalupe Tagliaferri- cumplieron y votaron eso en contra. Son justamente los artículos que le generaban mayor compromiso fiscal al Ejecutivo: el 2, garantizaba que si los salarios crecieran más que la inflación (en un contexto de potencial reglamentación económica), los jubilados deberían recibir también una actualización referenciada en el índice RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables); el artículo 4 es el que garantiza un haber mínimo equivalente a la canasta básica más un 9%.

    Los números que duelen

    Es importante tomarse un minuto para ver de qué números estamos hablando como ingreso mínimo para un jubilado: si pensamos en septiembre, tomando el valor de la canasta de julio ($291.471,73) y le agregamos el coeficiente de la reforma, son $317.704 por mes, $13.164 más de lo que el Gobierno pensaba pagar en caso de que siga otorgando el bono de hasta 70 mil pesos. ¿Quién puede vivir con eso? En una entrevista que dio hoy, Antonio Laje le preguntó a Milei si otorgarían el bono en septiembre: “estamos trabajando en eso”, respondió.

    El tuit de Adorni en el que respalda el veto presidencial a la reforma jubilatoria. (Foto captura de X).
    El tuit de Adorni en el que respalda el veto presidencial a la reforma jubilatoria. (Foto captura de X).

    Hasta la tarde del jueves, primaba en el Gobierno la idea de vetar estos tres artículos por los que negociaron hasta el final. Hay que reconocer que el número 10 es casi un acto de cinismo: dispone que en seis meses, Nación tiene que resolver todas las deudas previsionales con las provincias. Una obligación que ya está determinada por una ley que nadie cumple, y que no les preocupó nada a los senadores peronistas que ocuparon esas mismas bancas durante el gobierno de Alberto y Cristina. La matemática de lo que sigue en el Congreso todavía es confusa. Macri estaba decidido a operar a favor. Quién sabe ahora.

    Al Presidente lo desespera que esta bomba le explote en la mano y decidió apostar a una herramienta que ya usó al principio de su Gobierno cuando le rechazaron la ley Bases y atacó a mansalva. Ahora fue más selectivo: mencionó que Cristina vetó el 82% móvil. No fue todo lo agresivo que sabe ser con la expresidenta. ¿Será porque hay algunas gestiones en lo más alto del poder para que un enviado converse personalmente con ella las condiciones para que el Senado apruebe no sólo el pliego para la Corte del polémico Lijo sino también el del controversial candidato Manuel García Mansilla?

    Todas gestiones esenciales de las que se ocupa el integrante del triángulo de hierro.

     

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