El paro general convocado por la CGT para este jueves tuvo un impacto casi total en el transporte y fue clave para el éxito de la medida de fuerza en rechazo al ajuste y a la Ley Ómnibus que se discute en el Congreso.
Se sabe que el transporte es, sin dudas, la variable más relevante durante una huelga. La adhesión de los principales gremios del sector significó un cambio medular respecto al primer paro de la CGT. En la medida de fuerza del 24 de enero pasado los servicios se mantuvieron casi todo el día.
Esta vez fue distinto. Apenas algunas líneas circularon en la Ciudad y el conurbano. El gobierno intentó moderar el impacto del paro con algunos fallidos. Patricia Bullrich se subió a un colectivo para tratar de mostrar cierta normalidad, pero terminó haciendo un papelón porque tenía saldo en la SUBE.
Tampoco funcionaron ni trenes ni subtes. Eso tuvo un impacto directo en el movimiento de personas. Sí circularon algunas líneas de la empresa DOTA. Según el Gobierno, fueron más de 40.
En tanto, la actividad aérea fue nula en el Aeroparque Jorge Newbery, mientras que en el aeropuerto de Ezeiza solo operaba Flybondi y American Airlines.
Al frente del paro de los aeronáuticos estuvieron la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), la Asociación de Técnicos Aeronáuticos (APTA), la Unión de Personal Superior (UPSA) y la Asociación del Personal Aeronáutico (APA).
En el sindicalismo celebraron la contundencia del paro. Los dirigentes hablaron de la medida más fuerte de los últimos 20 años aunque evitaron escalar la pelea y no hubo anuncios de nuevas medidas de fuerza. «La contundencia del paro demuestra que el Gobierno tiene que tomar nota», afirmó Héctor Daer durante una conferencia de prensa junto a Pablo Moyano y la cúpula de la central.
«Tienen que ser educados, democráticos, civilizados. Nosotros no vamos a contestar con agresiones», respondió Daer ante los insultos de José Luis Espert y las acusaciones de otros dirigentes del oficialismo. «Parece que les dolió el paro», acotó Moyano en el escenario del salón Felipe Vallese de la sede de Azopardo 802.
El camionero aprovechó para salir al cruce del ministro de Economía, Luis Caputo. «Que Caputo hable de los trabajadores es como que Barreda se ocupe de la familia», dijo en referencia al femicida Ricardo Barreda.
Caputo salió a responderle en Twitter. De manera irónica, el ministro le agradeció a Moyano los «continuos insultos». «Son bienvenidos, ya que vos sos todo lo que ningún argentino de bien quiere ser. No representas a nadie. Sos un mero matón al que el país entero detesta», escribió.
Los comercios fueron los que exhibieron mayor nivel de actividad. Eso permitió ver en las calles cierto flujo de movimiento de gente.
Según un relevamiento de la Federación de Comercio e Industria (FECOBA) realizado en la Ciudad, el grado de adhesión al paro por parte del comercio minorista alcanzó un 17%. Si bien se trató de un mayor nivel de acatamiento al registrado en el paro de enero, la adhesión se mantuvo en un bajo nivel.
Desde el gobierno estimaron que la medida de fuerza le costará a la actividad económica más de 500 millones de dólares. Para el cálculo se tomó el PIB mensualizado estimado a hoy y se hicieron supuestos de adhesión que en el ministerio de Economía consideraron «razonables».
En tanto, un cálculo del economista Fausto Spotorno estimó las pérdidas en USD 544 millones. «Según la estimación preliminar del Instituto de Economía de UADE, el costo económico que implica el paro general este 9 de mayo de 2024 sería de $489.272 millones o USD 544 millones», explicaron desde ese centro de estudios.
En las principales ciudades del interior de la provincia el paro fue dispar. En La Plata -una ciudad universitaria y con un número importante de empleados públicos- el paro fue total en transporte, aunque la actividad comercial funcionó casi sin alteraciones.
En Mar del Plata adhirieron -además de bancarios, docentes y estatales- los trabajadores del sector portuario. Eso hizo sentir la medida de fuerza más que en el paro de enero.